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martes, 22 de agosto de 2017

Ibolya. Cap.6

Despertó.  Todo estaba oscuro a su alrededor, pero sabía que no estaba en casa.  La suavidad de los ropajes de la cama en la que descansaba le era desconocida.  Ibolya se incorporó en el lecho intentando distinguir algo.  Su cabeza giró como si estuviera dando vueltas, estaba mareada.  Permaneció quieta unos segundos intentando recomponerse, sentía náuseas.  Cuando creyó estar mejor bajó los pies al suelo para levantarse.  Su vista se había acostumbrado ya a la oscuridad y le parecía ver luz filtrarse por una ventana cerrada.  Se puso en pie para acercarse a abrirla pero su cabeza volvió a girar y sintió pitidos en los oídos.  Tuvo que apoyarse en el lecho para no caer aunque finalmente cayó de rodillas, las piernas no la sostenían.  Su mente volvió a los últimos recuerdos que tenía.  Un escalofrío recorrió su cuerpo.  Quería pensar que todo había sido un sueño.  Intentó ver su brazo, el lugar dónde recordaba que aquel ser la había mordido, pero no distinguía nada.  Se llevó la otra mano a la herida para tocarla pero no la notaba.  Era extraño.  Quizás había sido un sueño después de todo, pensó.  Pero no entendía porqué estaba tan cansada y tampoco porqué se encontraba en un lugar desconocido.  Las paredes que la rodeaban eran de piedra al igual que el suelo, su choza era de troncos.  Estaba tan cansada que no podía pensar con claridad y ésto le impedía sentir demasiado temor.  
Volvió a intentar incorporarse apoyándose en el lecho. Consiguió llegar dando traspiés hasta una de las paredes de la habitación.  Sus manos tocaron la fría piedra.  Se apoyó en el muro para recuperar el aliento, en apenas unos pasos parecía haber gastado todas sus fuerzas.  Pero necesitaba saber dónde estaba.  Siguió avanzando pegada a la pared en dirección a la única ventana que distinguía.  Consiguió llegar a ella.  Por un momento el temor volvió a asomar al pensar en lo que encontraría a su alrededor.  Pensó que tal vez el ser que la había atacado la había llevado hasta allí y estaba con ella en la estancia. Tembló. La mano dudó en su camino hacia la ventana.  Pero necesitaba distinguir algo.  Palpó la madera en busca de algún cierre.  Sonrió al encontrarlo e intentó abrirlo.  Pero una fría mano agarró su muñeca impidiéndoselo​.  Gritó e intentó retroceder librándose de su captor.
- ¡Quieta! - le gritaron.  La voz le resultó conocida, aunque no le impidió seguir intentando soltarse. - ¡Basta, no voy a hacerte daño! - Ibolya reconoció el tono imperativo de la persona que la había salvado de los lobos hacía días. Dejó de luchar unos instantes.  Pero luego recordó que alguien la había atacado y no había visto su rostro.  Volvió a tirar con fuerza hacia atrás y esta vez cogió desprevenido a su captor, consiguió soltarse, pero perdió el equilibrio debido a las escasas fuerzas que tenía.  Sintió un brazo cerrarse alrededor de su cintura antes de que tuviera tiempo de tocar el suelo.  Se vio rodeada por unos brazos que la apretaban contra un cuerpo que parecía hecho de metal, fuerte y frío.  Gritó intentando alertar a alguien para que la ayudara, pero las gruesas paredes de piedra devoraban su voz.  
No podía ver el rostro del ser que la retenía, la oscuridad sólo revelaba su silueta.  
Razvan cogió en brazos a la joven que no dejaba de gritar y golpearle a pesar de lo débil que parecía estar, y la depositó sobre el lecho.
- ¡ Ya basta! ¡ No voy a hacerte daño! 
La soltó y se acercó a una mesa en la que tenía unas velas.  Encendió una y volvió hasta la chica, pensó que tal vez al ver algo se calmaría.  - Yo no soy quien te ha atacado - le dijo esperando que ella hubiera visto a su atacante.  Ella lo miró buscando algo en su rostro.  Con lo enojado que estaba no pensaba que pudiera encontrar nada tranquilizador en su cara.  Intentó parecer menos amenazador, relajarse. 
- ¿Quien eres? - le dijo ella con un temblor en la voz. - ¿ Dónde estoy? - parecía a punto de llorar. Sintió lástima por ella. 
Buscó la mejor manera posible de explicarle que había sido atacada por un vampiro. Ella desconocía esa palabra. -¿Vampiro?- repitió extrañada. 
- Un ser que se alimenta de sangre - sintió los latidos del corazón de Ibolya acelerarse y por un instante su mente le recordó que él también era un vampiro.  No era inmune al olor de la sangre de esa chica, era tan dulce... Pero sabía controlarse, no pensaba hacerle daño. - Debes descansar, cuando despiertes te lo explicaré todo.- se acercó al lecho y la miró fijamente, intentando encontrar su mente. Ella retrocedió un poco, pero su mente ya era suya, gracias a sus poderes de vampiro le era fácil controlar a una persona. 
Ibolya se sintió muy cansada de repente, los ojos se le cerraban... Se dejó caer en el lecho.  Vio a aquel chico acercarse a ella y taparla con unas pieles, pero le dio igual, estaba demasiado cansada, necesitaba descansar.