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domingo, 28 de agosto de 2016

El espíritu del rock

El viejo guitarrista tocó los últimos acordes poniendo toda su energía en ellos.  La multitud frente a él enloquecía despidiendo al clásico grupo de heavy metal.  Era su último concierto.  Llevaban muchos años a sus espaldas y la edad ya no les permitía llevar el ritmo que ellos querían.  
El guitarrista, un hombre mayor, con menos músculos de los que había tenido en su juventud,  pero con su pelo aún largo y abundante que la vida le había permitido conservar, miró a su alrededor, buscándola.  Y ahí estaba, una joven rubia, delgada, de mirada penetrante, a un lado del escenario.  Nadie aparte de él podía verla.  La primera vez que se presentó ante él lo aterrorizó, pero hacía mucho tiempo de aquello.  Ahora lo que le aterraba era perderla.
Recordó aquella lejana noche.  Salía de un concierto, cuando aun eran un grupo que teloneaba a músicos no demasiado conocidos.  Él iba en su moto, una harley de baja potencia que había podido comprar de segunda mano.  Cruzaba la noche a gran velocidad, por carreteras oscuras y desiertas.  Le encantaba sentir el viento frío en el cuerpo.  El motor de la harley aceleraba su corazón haciéndole sentir  poderoso y libre.  Y de repente algo le hizo frenar bruscamente.  Una chica joven, de cabello rubio que parecía brillar en la noche se interpuso en su camino, justo en medio de la carretera.  Pisó el freno con todas sus fuerzas para evitar atropellarla.  Consiguió detener la moto a escasos metros de ella.  Y cuando se recompuso del susto, se dio cuenta de algo.  Quien tenía frente a él, no era alguien real.  No se veía sólida, la luz del foco de la moto pasaba a través de ella.  Pero podía distinguir perfectamente su ropa roquera oscura y sus facciones.  Le sonrió y salió de la carretera dejándole con el corazón latiendo con violencia en su pecho y sus manos aferrándose al manillar de la moto como si fuera lo único que lo mantenía en pie.  Miró hacia donde había ido pero la chica había desaparecido.  Cerró los ojos con fuerza y volvió a abrirlos pensando que se había vuelto loco, que había sido solo una alucinación.  Estuvo unos segundo más ahí hasta que se recompuso y volvió a arrancar la moto que se había calado por la brusca frenada.  Avanzó apenas cincuenta metros, y pasada la siguiente curva, no podía creer lo que vio.  Una furgoneta había volcado y estaba en su carril.  Aun salía humo y polvo por el accidente.  Acababa de ocurrir! De haber seguido a la velocidad que iba, seguramente él estaría debajo de aquella furgoneta.  La chica le había salvado la vida! 
Cuando llegó a casa, explicó a su hermano mayor lo sucedido.  - Hablas del espíritu del rock. - Le dijo éste sin apenas dudar. - Hay leyendas que cuentan que acompaña a los grandes músicos a lo largo de su vida protegiéndolos de los peligros. - Sonrió. - Pero a ti no se te va a aparecer, apenas eres un principiante . - Su hermano se rió de él.   
Pasaron los años y aquello siguió repitiéndose.  Aquella bella joven le acompañó en su larga carrera, siempre a su lado.  En numerosas ocasiones salvó su vida avisándole en el momento preciso.  Se forjó una extraña relación entre ellos.  Anhelaba su presencia, deseaba que se apareciera ante él.  Y él se convirtió en un famoso guitarrista de rock.  Su leyenda perduraría por siempre.  Y nadie, a parte de su hermano y sus compañeros de grupo que acabaron sabiendo que la veía, sabían que se lo debía todo a ella, sin ella no habría vivido para llegar hasta allí.
Ahora, en aquel último concierto, sabía que debía despedirse.  Su carrera terminaba y ella dejaría de acompañarlo.  Dejó la guitarra para despedirse de su público y le dedicó un adiós a ella.  La chica sonrió y desapareció.  
Entró en los camerinos y se refrescó, entristecido por dejar atrás todo aquello.  Cogió una toalla para secarse y se sentó en un sofá al lado de sus compañeros.  Levantó la vista agotado por el concierto y ahí estaba ella de nuevo.  Mirándole desde un rincón. - ¡Puedo verla! - dijo sin poder evitar la alegría.  Sus compañeros no le comprendieron al principio.  - No se ha ido, a pesar de que ya no voy  a dar  más conciertos. - Uno de ellos se rió a carcajadas.  
- Eres un roquero, eso no termina porque dejes de tocar en directos, siempre vas a ser guitarrista.  Ella es el espíritu del rock, no te va a abandonar nunca. - Parpadeó sorprendido por las palabras de su amigo, sin comprender cómo no se había dado cuenta antes.  Sería roquero hasta el fin de sus días, y ella estaría siempre a su lado.

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